Pionero en los vinos gallegos, Santiago Ruiz supo vislumbrar que el viñedo es el lugar donde nace el vino. Suya es una de las frases que seguimos recordando en nuestro día a día: «a la uva hay que cuidarla de la cepa hasta la copa». Un cuidado que comienza en dejar que el viñedo evolucione naturalmente, sin alterar su ritmo de maduración.
Situada en una zona privilegiada de la DO Rías Baixas – próximo al océano Atlántico y a la orilla del río Miño - nuestra finca de Tomiño cuenta con un microclima único, con temperaturas suaves a lo largo del año, lo que hace que cada año sea uno de los viñedos más madrugadores con la vendimia,
En sus 38 hectáreas se cultivan las variedades Albariño, Loureiro, Treixadura, Godello y Caiño blanco, autóctonas de la zona y plantadas en espaldera para asegurar la correcta aireación e insolación de la viña. Estos dos hechos, tanto su ubicación como la forma de conducción, favorecen la correcta maduración de la uva.
Un lugar donde las uvas crecen sobre un suelo de origen sedimentario —arena franca con una roca base de granito—, que aporta al vino la mineralidad característica de piedra húmeda. El contenido de arena y roca contribuyen al buen drenaje de suelo, lo que se traduce a una uva de mayor calidad, pero con un rendimiento menor.
Luisa Freire —enóloga de la bodega—, junto con Ramón Lorenzo —jefe de campo—, son los encargados de vigilar y controlar que en el viñedo se adopten prácticas sostenibles, que respeten el ecosistema del que proceden y que perciban el viñedo como un ser vivo.
Ejemplos de estas prácticas son el empleo de compost orgánico para plantación y el uso racional de pesticidas, reducidos al mínimo en años de climatología benigna con poca lluvia. Además, se busca preservar el manto vegetal original del viñedo y la diversidad de flora e insectos presente originariamente en el viñedo.
Este escenario, en el que se integra clima y esmero, es la cuna de Santiago Ruiz: el vino que resume nuestra filosofía y saber hacer, nuestro origen y también nuestro futuro. De ahí su importancia en preservarlo y mantenerlo para las generaciones venideras.
Sin embargo, es en la época de vendimia cuando el viñedo se convierte en el gran protagonista; cuando la uva se recoge de manera manual en pequeñas cajas. Un hecho que se repite año tras año, pero que es fundamental para que los racimos lleguen de forma óptima a la bodega y que, además, cumple con el deseo de Santiago Ruiz de «cuidar de la uva desde la cepa hasta la copa».