Si hay un ejemplo de gastronomía gallega, esa es la empanada. Un plato cuyo origen no está muy claro (se cree que la masa está inspirada en la pasta filo de los griegos), pero que ya en el siglo XII era una seña de identidad de esta zona. Tanto es así que el Maestro Mateo, uno de los escultores más afamados de su época, talló una escultura con una empanada en el Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago de Compostela.
Empanadas elaboradas con productos de proximidad
Un plato que cuenta con multitud de variantes, ya que en cada comarca gallega se elaboraba con su propia receta y los ingredientes de proximidad al alcance. Por ejemplo, en Rías Baixas —donde no había trigo ni centeno— la variedad típica es la de millo (maíz), una empanada muy contundente por la densidad de esta harina que resulta perfecta para rellenar con pescados azules o marisco de concha de las costas que bañan esta zona.
La complejidad de esta empanada de maíz reside en su masa, que es difícil de manipular y extender, por lo que muchas veces la harina de maíz se suele mezclar con la de centeno o trigo para manejarla mejor. De hecho, en esta comarca, debido a la contundencia de la masa, también es habitual que la empanada de sirva solo con la base (como una pizza) y no con la tapa superior, para no quitar el protagonismo al relleno.
Empanada y nuestros vinos: un tándem equilibrado
Rosa Ruiz, nuestra embajadora y anfitriona en bodega, tiene su preferida: la de bacalao con pasas, con la que suele agasajar a sus invitados cuando visitan O Rosal o sirve en celebraciones familiares. Se trata de una de las empanadas más clásicas en la que la combinación del bacalao con la dulzura de las pasas resulta deliciosa y muy armoniosa.
Y, como perfectos acompañantes, nuestros Rosa Ruiz y Santiago Ruiz, vinos blancos que destacan la parte marinera de este producto tan típicamente gallego y que se elaboran con uvas autóctonas de O Rosal.