Hasta el mejor vino se puede echar a perder si no lo conservamos y servimos de la manera adecuada. Para disfrutar en plenitud del placer de una copa de vino blanco, sigue nuestras recomendaciones básicas.
Mientras espera a ser consumido, te aconsejamos que guardes las botellas de vino en un lugar al resguardo de la luz, que cuente con una temperatura y humedad estables, sin contrastes y en posición preferiblemente tumbada. De esta forma, te aseguras de que el vino se encuentre en un estado óptimo hasta su apertura.
Antes de abrirlo, asegúrate de que la botella esté en la temperatura de servicio. Vino blanco y frío es la primera asociación que nos viene a la cabeza, pero —y en contra de lo que se cree—, más frío no significa mejor. En el caso de los vinos elaborados con Albariño es entre 9 y 11 grados cuando mejor se aprecia el aroma y el bouquet floral de esta variedad. Si se sirve excesivamente frío, la baja temperatura impedirá que los aromas se desplieguen. Por el contrario, si está caliente, el alcohol hará acto de presencia e invadirá la nariz.
En el momento de servir, la elección de la copa es fundamental, ya que cada tipo de copa favorece que afloren los aromas y matices del vino. Para el Albariño, la que resulta más adecuada es la bordelesa, de talle alto y cristal fino. Si lo que quieres es seguir la tradición gallega, puedes usar una cunca de viño, un cuenco de cerámica, normalmente blanco, que todavía es habitual ver en las típicas tabernas gallegas.
El maridaje es otro de los puntos que se deben tener en cuenta. Los sabores y aromas de la comida se complementan e integran con los del vino, por lo que tienen que ser armoniosos. Rías Baixas marida y acompaña a platos de pescado, mariscos, arroces, quesos, empanadas…, pero también a platos no tan gallegos, como el sushi japonés o quiches de verduras o pescado. Asimismo, es un vino perfecto para tomar como aperitivo por su punto ácido y su carácter refrescante.
Por último y, después de disfrutar de su consumo, sigue estos consejos para conservar correctamente en casa la botella abierta. Primero, asegúrate de que la botella está bien cerrada y, de esta manera, evitarás que el oxígeno entre en su interior. Para ello, si dispones de él, usa un tapón especial con el que puedas hacer el vacío en la botella; de no ser así, utiliza el mismo corcho y guarda la botella en el frigorífico, protegida de la luz y en vertical. Y acuérdate de consumirlo antes de 4 días.