Sushi, sashimi, norimaki... De toda la rica gastronomía del país del sol naciente, estas han sido las elaboraciones que más han traspasado su frontera para hacerse mundialmente famosas: unos platos que hasta ahora se consideraban exóticos, pero que cada día son más cotidianos en cualquier restaurante o casa.
Aparentemente no existen muchas conexiones entre la cocina gallega y la nipona. Sin embargo, en una vista más al detalle, sí existen elementos que unen esta tierra con Japón, como la calidad de sus pescados, protagonistas de la mayoría de las recetas japonesas.
Japón ha hecho de sus carencias de recursos uno de sus máximos potenciales en la cocina. Un país compuesto por infinidad de islas (casi 7000) con el mar como protagonista; sin grandes bosques de los que extraer madera para cocinar, pero con una gran experiencia en el uso del acero.
Todas estas características se traducen a su cocina: el pescado como ingrediente principal de gran parte de sus platos, ya sea crudo, macerado y acompañado de salsas —debido a la dificultad para cocinar— con cortes perfectos, diestros y finos que realzan su textura en la boca. Con esos pescados se elaboran los 3 platos estrella de la gastronomía nipona: sashimi, si es solo pescado; sushi, si se acompaña con arroz; y norimaki, si se envuelve con algas.
Según la tradición japonesa, estos platos se sirven acompañados de nihonshu o sake, el vino de arroz que se sirve en pequeños vasos de cerámica llamados ochoko.
El Albariño, por su acidez, es uno de los blancos que mejor combina con los platos de pescado y marisco, si nuestra intención es maridarlos. Por lo tanto, resulta el acompañante ideal del sashimi, sushi y norimaki, cuyas recetas se pueden adaptar perfectamente a los pescados gallegos.
Sabores yodados que se fusionan y equilibran con el Albariño, un vino elaborado con las uvas procedentes de viñedos junto al mar para, de esta manera, conseguir una cocina con productos del mar. Una combinación perfecta y llena de matices sorprendentes para los que te recomendamos nuestros Santiago Ruiz y Rosa Ruiz, dos vinos blancos que contrarrestan con su acidez y sus toques cítricos el potente sabor yodado de estos platos.