Con respecto a los vinos blancos, hay un buen número de mitos que aún perviven en nuestra mente, como que deben ser consumidos durante el año o que solo maridan con pescados y mariscos. Muchos piensan que únicamente los tintos con crianza son vinos de guarda, que maduran y mejoran en botella a lo largo de los años. Afortunadamente, estas creencias se han ido disipando poco a poco, especialmente en el caso de los vinos de Rías Baixas.
Son muchos los aspectos que influyen en la evolución de un vino. La variedad de la uva, el tipo de elaboración, el grado de alcohol, el pH, etc. son algunas de las variables que definen si un vino evoluciona correctamente a lo largo del tiempo.
Bajo estos parámetros, son escasas las variedades de uva blanca que cuentan con características tan apropiadas para envecejer óptimamente como la Albariño. Su acidez típica, junto con una maduración lenta de la uva y un pH bajo, hace que los vinos blancos elaborados con esta variedad puedan mejorar con el tiempo en la botella.
A estas características generales se une la forma de elaboración del vino. La crianza sobre lías, presente en nuestros vinos Santiago Ruiz y Rosa Ruiz, hace que el vino gane estructura, volumen en boca y complejidad aromática al mismo tiempo que mejora la estabilidad del vino y reduce el riesgo de oxidación. Todo esto ayuda a un mayor tiempo de guarda.
De hecho, un Albariño puede beberse hasta 5 años después de embotellarse conservando perfectamente sus cualidades, siempre que se haya conservado correctamente. Es decir, con la botella en posición horizontal, a una temperatura y humedad constantes y protegido de la luz.